Desde varios días antes de la carrera mi hijo estaba nervioso. Correr en su pueblo, con sus compañeros de clase y ante la mirada de vecinos y sus profesores, le motivaron profundamente, para poder demostrar todo lo que vale y no defraudo a nadie, en una explosión de fortaleza, velocidad, inteligencia y juego limpio...
En la misma salida, estaba eufórico, creía en sí mismo e iba a ir a por todas.
Una carrera de 600 metros y con los 50 primeros neutralizados, para evitar caídas en la salida. A mitad de carrera iba en segundo lugar, pero estaba tranquilo, esperando a que se agotara su antecesor y en donde entonces atacaría él.
Cuando le vi en la recta de llegada a meta, me emocione, ya que vi reflejado en él y sabía que iba disfrutando, estaba pletórico, feliz y contento.
Cuando mi hijo cruza una línea de meta, con el símbolo de la victoria en sus manos, es porque ha disfrutando infinitamente.
Yo inicialmente acudí a esta carrera de espectador, pero solicitaron mi ayuda para realizar las salidas controladas y no pude negarme a participar en esta iniciativa, colaborando con mi amigo Gaspar, primeramente frenando a los peques, para al poco después lanzarlos y así evitando caídas.
Dar la salida a tu propio hijo no tiene precio.
Así lo contó el ayuntamiento de Marchamalo:
https://www.facebook.com/media/set/?set=a.10154098526594450.1073741964.332958884449&type=3
https://www.marchamalo.com/index.php/es/noticias/905-noticia-375
Carrera muy bien organizada, BRAVO, con agua, fruta y diplomas para los vencedores. Incluyendo hasta megafonía, música y una speaker de lujo. No teniendo que envidiar esta carrera nada, a otras carreras organizadas por el resto de la provincia.
Ha sido una gran iniciativa, enhorabuena a los organizadores.
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